primera parte
Cuando el que escribe plasma en el papel alguna idea o pensamiento; experiencias existenciales o de otro tipo, las palabras vienen a ti buscándote, vienen a tu encuentro locas de ganas que las hagas caso. Dentro del mundo interno se esconden esas mágicas internas - también las hay externas - sensaciones. Uno piensa hacerlo lo mejor posible. Empiezas a escribir y van saliendo las palabras, te buscan, te llegan y las plasmas en la pantalla. La caligrafía es muy importante en el papel. La ortografía lo es más. La metáfora es una palabra que se enreda de vez en cuando con lo que se ve en la pantalla. El sentimiento de lo escrito revela lo que las palabras quieren que reveles. Expresas historias, cuentos, relatos, sentimientos, ensayo o novela. Pero también revelas opinión. Y cuando las palabras que se enredan en tu cabeza empiezan a conjugarse entre ellas, entonces, y sólo entonces, la gramática hace su aparición, bella, exuberante, esbelta, contundente, díscola y hasta incomprensible.
Y escribes, des-cribes y cuando alguien te lo lee, esa sensación de justicia literaria aparece en tu pecho y en tus ojos. Y caminas, deambulas, sueñas y juegas a seguir escribiendo de lo poquito, mucho y de lo mucho, poquito.
Y así estas dándole vueltas a la pantalla, la miras, la observas. Esperas, apuntas y de pronto las manos solas, hacen, pulsan las teclas y aparecen en la pantalla el universo literario que te inventas, y sigues escribiendo, devorándote codo a codo con las palabras. Las conjugas, en presente, en pasado; en cualquier espacio y tiempo y las haces reverdecer de rostros, imágenes, de símbolos, de viñetas, de silencios; de corcheas de blancas, redondas y la música literaria se esta haciendo frente a ti, melodía.
"todo esta bien, pero la mierda también existe. forma parte
del paraíso de la esquina, del cielo que un tragaluz sucio deja
caer en las manos de un moribundo pañuelo escupido."
julio cortázar
del paraíso de la esquina, del cielo que un tragaluz sucio deja
caer en las manos de un moribundo pañuelo escupido."
julio cortázar
Cuando el que escribe plasma en el papel alguna idea o pensamiento; experiencias existenciales o de otro tipo, las palabras vienen a ti buscándote, vienen a tu encuentro locas de ganas que las hagas caso. Dentro del mundo interno se esconden esas mágicas internas - también las hay externas - sensaciones. Uno piensa hacerlo lo mejor posible. Empiezas a escribir y van saliendo las palabras, te buscan, te llegan y las plasmas en la pantalla. La caligrafía es muy importante en el papel. La ortografía lo es más. La metáfora es una palabra que se enreda de vez en cuando con lo que se ve en la pantalla. El sentimiento de lo escrito revela lo que las palabras quieren que reveles. Expresas historias, cuentos, relatos, sentimientos, ensayo o novela. Pero también revelas opinión. Y cuando las palabras que se enredan en tu cabeza empiezan a conjugarse entre ellas, entonces, y sólo entonces, la gramática hace su aparición, bella, exuberante, esbelta, contundente, díscola y hasta incomprensible.
Y escribes, des-cribes y cuando alguien te lo lee, esa sensación de justicia literaria aparece en tu pecho y en tus ojos. Y caminas, deambulas, sueñas y juegas a seguir escribiendo de lo poquito, mucho y de lo mucho, poquito.
Y así estas dándole vueltas a la pantalla, la miras, la observas. Esperas, apuntas y de pronto las manos solas, hacen, pulsan las teclas y aparecen en la pantalla el universo literario que te inventas, y sigues escribiendo, devorándote codo a codo con las palabras. Las conjugas, en presente, en pasado; en cualquier espacio y tiempo y las haces reverdecer de rostros, imágenes, de símbolos, de viñetas, de silencios; de corcheas de blancas, redondas y la música literaria se esta haciendo frente a ti, melodía.