Confieso que no sé porqué lo he escrito pero, eso es lo que me pasa a veces, tengo que escribir lo que las musas, si existen, me dictan.
-Me puedes hacer un favor?- le dijo la oruga a la tortuga.
-¿Qué favor?-
-Necesito que me lleven al Norte de esta isla, tú que dispones de tiempo suficiente para vivir, me puedes llevar.
- La tortuga con la parsimonia que le caracteriza... le dijo, que se le subiera al caparazón. Los dos emprendieron el viaje. Los días y las noche se sucedían una de tras de otro. El sol y la luna les servía a la tortuga de guía. pasando por hiervas, plantas, sorteando obstáculos por el camino. Comiendo y bebiendo lo necesario para poder cumplir, la tortuga, con lo prometido. No descanso y si al caso, se detenía unos minuto que para la oruga eran días.
Por fin llegaron. La tortuga estira su cabeza por encima del caparazón y ve cómo de un envoltorio marrón va apareciendo una y grande mariposa. Extiende las alas, las sacude como para percibir el cuerpo nuevo que la entregado la crisálida en el viaje corto y largo... todo depende de quién lo diga. La mariposa, nuevamente, extiende sus alas y se eleva por encima de la tortuga, se le acerca a la nariz, le acaricia con sus antenas y con una leve y tierno movimiento con las alas se despide. Sin entender nada de lo sucedido, la tortuga, mira hacia arriba y ve cómo se pierde entre el verdor de la selva al norte de la isla, la oruga convertida en mariposa.
-Me puedes hacer un favor?- le dijo la oruga a la tortuga.
-¿Qué favor?-
-Necesito que me lleven al Norte de esta isla, tú que dispones de tiempo suficiente para vivir, me puedes llevar.
- La tortuga con la parsimonia que le caracteriza... le dijo, que se le subiera al caparazón. Los dos emprendieron el viaje. Los días y las noche se sucedían una de tras de otro. El sol y la luna les servía a la tortuga de guía. pasando por hiervas, plantas, sorteando obstáculos por el camino. Comiendo y bebiendo lo necesario para poder cumplir, la tortuga, con lo prometido. No descanso y si al caso, se detenía unos minuto que para la oruga eran días.
Por fin llegaron. La tortuga estira su cabeza por encima del caparazón y ve cómo de un envoltorio marrón va apareciendo una y grande mariposa. Extiende las alas, las sacude como para percibir el cuerpo nuevo que la entregado la crisálida en el viaje corto y largo... todo depende de quién lo diga. La mariposa, nuevamente, extiende sus alas y se eleva por encima de la tortuga, se le acerca a la nariz, le acaricia con sus antenas y con una leve y tierno movimiento con las alas se despide. Sin entender nada de lo sucedido, la tortuga, mira hacia arriba y ve cómo se pierde entre el verdor de la selva al norte de la isla, la oruga convertida en mariposa.
Yo y todos, creo, somos las dos.