sábado, julio 08, 2006

viviendo de los cristales rotos

parte segunda


IV

descifrando el desenfado
de una golondrina
entiendo porque la mujer
que a mi lado llega
se sienta a comer sin decirme nada.

y es que ayer
a esta misma hora
jugábamos a ser sinceros
como el colibrí
que deposita con su pico
la excelente fecunda
momentánea vida,
de una flor a otra flor.

mientras hoy domingo
a la misma hora
el gorrión que ella
alimentaba se fue conmigo
a buscar, por no sé que montaña
el amor de los cristales rotos.


V

ella, ya no percibe
ni el canto de una caricia
que guardaba en su memoria...

yo, ya no le digo nada,
no le significo nada
y es hora, quizá,
de una marcha al mundo,
solo.

sin titubeos partir a la
búsqueda de otro rostro
que no vea el monstruo
fetichista del que estoy hecho.

ella, ya no ríe a la
sincera emoción de una piscina
a eso fue cuando
partió esta mañana,
según dijo.

ya no encuentra ni
el envoltorio que ayer depositó
en el balcón cuando
fue a recoger del cielo
la pertinaz canción
de una despedida.

desde entonces
han habido silencios
han surgido miedos
han reaparecido en mi mano
esa manera de alzarlas diciendo
adiós.


VI

porque el alpiste que
dejó en ese efugio
fue el culpable de
que nadie escuchara el rugir
y el aleteo conjunto
del gorrión y las caricias
tiernas que ya no le dicen nada,
nada.

hoy el viento es otro,
la noche es otra,
la ternura es otra y deposita
en vez de miradas
- en los cuencos sin fondo,
en las ánforas vacías -
sólo rutina y cansancio parecidas a
las de un desierto
en el que ya nadie camina.

ya no hace aparecer
de sus labios
la tenue sonrisa
de una mariposa
que vuela al encuentro
de un depósito floral
y el gorrión,
sigue a pesar
de los cristales rotos
convirtiendo el agua
en un simple néctar

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