martes, octubre 30, 2007

re-negao (recomiendo visitar)


Interesante blog, os invito a que le echéis un vistazo. Muy pocas veces hay personas que lejos de sus tierras empapan páginas virtuales, con su escritura, algo tan fácil y difícil de retratar como es el exilio. El re-negao logra captar, atrapar con sus escritos, todo aquello que tiene que ver con esa fuga desesperada y transparente que hacemos los que tenemos que salir de nuestras tierras.

En sus escritos
nos desvela realidades objetivas llenas de miseria y realidades menos evidentes como las subjetiva. De esas dos realidad parte el re-negao y nos vemos casi obligados a hacer un viaje a lo desconocido. Sin embargo, apunta y señala con mordaz escritura, la injusticia de esas partidas-salidas-huidas. Plasma la rabia interna que se vuelve loca y tiernamente visceral, los recuerdos muerden como serpiente nuestras memorias y, el re-negao, lo expresa de tal manera que no puedes pasar desapercibido esas realidades. Espero que disfrutéis de la lectura como lo he hecho yo con sus escritos.

lunes, octubre 29, 2007

el hombre cocodrilo

En el pueblo de los pájaros pintados corría la leyenda del "hombre cocodrilo" que solía visitar la plaza para dormir en las casas de cualquier vecino del río o en el parque junto a los bancos.

Una mañana, los hombres se reunieron para ver que era lo que tenía el joven que plácidamente dormía en el banco de madera en la plaza del pueblo. Tenía en su cabeza un sombrero de brillantes colores, y que a los del pueblo les irritaba sus ojos. Despacio se acercaron a él. El joven con harapos se tapaba la cara mientras dormía. Una luz brillante que despedía el sombrero penetraba las pupilas de los que poco a poco y con sigilo, se acercaban.

Cuando hubieron rodeado al joven, el más anciano, con un bastón, le hizo despertar. El joven despertó sin ningún sobresalto, les vio a todos, asustados. Y con voz suave preguntó - ¿Qué queréis de mí? -. El más anciano con las manos en los ojos le espetó - aparta el sombrero de nuestra vista que nos ciega la luz - . El joven replicó: - Vosotros no sabéis lo que veis. No es la luz la que os molesta. Esto que vuestros ojos decís que ofende, no es más que el temor que escondéis quien sabe en que sitio de vuestros cuerpos. Un niño que pasaba cerca del alboroto del pueblo, saludó al joven. Este le sonrío..., le lanzó el sombrero al niño y de un salto lo alcanzó y colocándoselo a la cabeza, se marchó.

Veis – dijo el joven -. Si vosotros no desconfiarais, la luz de aquél sombrero..., no les haría ningún daño. Tampoco al hombre cocodrilo que tanto le teméis y que viene a vuestro río le tendríais miedo, os lo aseguro. El anciano al oír las palabras y ver al niño que se alejaba saltando por la calle del pueblo, sintió cómo se desprendía lentamente de sus ojos, una transparente piel, igual que las serpientes al mudarla. Y el sombrero, su luz, ya no ofendía a sus ojos, la luz brillante, no existía. Mientras los demás del pueblo, increpaban al joven cuando éste se convertía en cocodrilo. Le perseguían tirándole piedras al arrastrarse por la plaza rumbo al río. El niño y el anciano despedían al joven que partía rumbo al río. Los demás, asustados apedreaban al hombre cocodrilo. Mientras el niño y el anciano del pueblo de los pájaros pintados marchaban, observando cómo dormía en el banco, el joven del brillante sombrero. Todo había sido un sueño.




Todos mis relatos, son, precisamente eso, relatos. Invenciones literarias, esas que nos hacen cosquillas cuando las escribimos, y, que al leerlas nos vuelven hacer cosquillas. Dejo, siempre, que cada cual saque sus propias conclusiones y, de vez en cuando, también, me gusta compartirlos. Y que escriban lo que les dicen..., porque como decía un amigo mío "todo punto de vista es la vista de un punto".

martes, octubre 23, 2007

nos hemos vuelto a dormir.

Somos tantos los que andamos solos, deambulamos de un mundo a otro, caminamos, nos cansamos, dormimos, y, ja, ja, ja, ja... volvemos a dormir.

Somos tantos los que escribimos solos, cantamos, desnudamos el viento, el aire deposita en nosotros el hálito cansino de otro exilio, y, ja, ja, ja, ja... volvemos a dormir.

Somos tantos los que andamos solos y escribimos el síndrome del cíclope adosado a nuestro costado, cansados, volvemos, y, nos quedamos dormidos en el regazo de una golondrina. Mientras las tórtolas se echan a volar y cagan sus gracias en nuestras manos. Nos limpiamos. Nos vuelven a cagar... las boñigas, seca el guano de otra mierda que se enreda en el cerebro y ya nadie nos despierta, y, ja, ja, ja, ja... nos hemos vuelto a dormir.


posteado hace unos meses, un año, casi dos años... que más da si lo vuelvo a compartir.

lunes, octubre 15, 2007

pienso en ti

Sé que eres hermosa, frágil, audaz, inteligente y sensual. Sé que eres muchas cosas y que yo a tu lado, soy testosterona intelectual que se apaga lentamente en tus brazos cuando pienso en que tú y yo, concretamos el tiempo y la distancia. Urdimos silenciosamente el magreo artificial de nuestros locos y concupiscentes cuerpos, nos derretimos precisamente cuando empezamos a nacer en nuestros brazos locos y exacerbados a nuestros encuentros rutinarios del amor. Por cierto, y perdona mi sinceridad, bajo tus piernas nacieron estos versos seudo-intelectuales, justo en el preciso momento en que tú decidías conmigo el final sinfónico del orgasmo.



pienso en ti


Pienso en el universo
Pienso en la materia
Pienso en el poema
Pienso en tus pechos...

Pienso tantas cosas
que veo a nuestra vía láctea
más diminuto que un quarks
y el universo cada vez más
se expande, tú entre mis piernas
aderezando nuestro encuentro.
cuando llego a ese
límite amoroso de tus pechos...

ya no pienso en ti
ni el universo, ni el quarks
porque me he convertido
precisamente
en eso que nosotros
llamamos nada.

martes, octubre 09, 2007

El pájaro y la pluma de color púrpura.

Aquí os dejo un pequeño relato, espero que lo lean y disfruten como yo, al hacerlo.


Los diminutos pájaros llegaron a la hora de siempre. Comieron su alpiste y volaron al norte a eso de las cinco de la tarde. Llegaban siete aves y entre ellas una que tiene entre las alas una pluma de color púrpura. Los demás son de un azul intenso.

En el pueblo corría la leyenda de un niño que vivió al final de la calle principal del pueblo, nació con una raya de color púrpura en el brazo izquierdo. La madre nunca supo a qué se debía esa mancha, ni los médicos y expertos sabían explicar tan curiosa raya. Nadie supo porque y cómo había aparecido en el brazo de aquél niño dicha mancha. Cuentan que el niño murió en los brazos de su madre cuando a penas tenía siete meses recién cumplidos, se cree que fue muerte súbita. Esa rara muerte que ocurre de vez en cuando a niños de pocos meses, para la gente del pueblo - la muerte - de aquel niño, siempre fue un misterio. La madre lloro, lloro... y el padre entró en una profunda depresión. Cuentan que el niño a los seis meses, ya decía sólo una palabra, volar. Un día él mismo fue el que dio a las aves el alpiste. Eso comentan los vecinos. Su madre lo puso frente a las aves, mientras ellas picaban su comida en su manito, dos aves se acercaron; Una le acaricio el brazo con sus plumaje, el otro se le posó en la cabeza, el tercero en el corazón.

Esa noche su madre cuando estaba a punto de acostarle en la cunita oyó un extraño crujido en el interior del pecho, como si algo se hubiera roto dentro, era su corazón, el niño cerró los ojitos y la luz que le iluminaban sus ojos se fue apagando lentamente. La madre al ver, que su hijo se había quedado dormido con una sonrisa entre los labios, en silencio le abrazo con toda sus fuerzas mientras el ruido súbito de un suspiro cerró la ventana de la habitación.

Ella sonrió, mientras una lágrima deslizábase por sus mejillas. Besó la frente del niño y notó como de la cabecita salía un hálito cristalino y un viento suave le acaricio sus cabellos. Mientras transparentes figuras se elevaban y extendían las alas llevándose del interior de su hijo, algo parecido a una nube. El dolor se fue convirtiendo en felicidad a la vez que desaparecían las imágenes de las aves, llevándose la nube cristalina y transparente.

Hoy los vecinos comentan que la madre tiene 112 años. Que las aves siguen llegando, y el pájaro que tiene la pluma de color púrpura sigue desde hace más de 95 años, a la hora de siempre, buscando el alpiste que todos los días - le da - a las cinco de la tarde, la señora que vive al final de la calle principal del pueblo.

viernes, octubre 05, 2007

dirín dirán

si los olivos parieran risas,
si las aves cantaran
otras melodías
ya no seríamos el hazme reír
de los tiranos.

y si los esbirros
se cayeran al olvido
habría entonces
que repartir olivos
y el ave de los cantos.

Pero
si eso continúa
- es decir -
que la mentira
sea la camisa,
otra vez, del asesino.

entonces sí,
necesitaremos

que el elefante
le ponga el culo
a los dictadores
que tejen malabares asesinos
y mentiras como las de Irak
que es un dirín, dirán
a los oídos
de los tres de las azores.

miércoles, octubre 03, 2007

¿paráfrasis? o no.

parafraseándose a uno mismo

El camino recorrido por los girasoles en mi sien, es tan importante que a veces, me hacen cosquillas los recuerdos.


No. no digas nada, solamente guarda silencio y deja que hablen tus ojos.


He visitado tantos sitios que ya no sé cuál es el mío.


Si no me quito la ropa, entiéndeme, tengo muuucho frío.

lunes, octubre 01, 2007

cuando uno escribe

segunda parte

"Todo lo que se opine. Todo lo que se critique. Todo lo que se afirme contrario a una opinión, enriquece a quien escribe"

Las escuchas leer, la escuchas cantar y de pronto las palabras lo han hecho todo, y esperas el final. Y cuando ese final llega, entonces es cuando te paras, lo vuelves a leer, y a cantar, a leer, re-leer y esperas a que tu vecino, novia o compañeras te lean. Y de pronto cuando todo parece que ha llegado a su fin viene esa sensación orgásmica del clímax, un ímpetu de satisfacción recorre tu cuerpo, tus manos, y porque no, tu ego... porque, al fin, has entregado a los tiburones tu escrito, lo expones para que lo devoren y te critiquen. Y cuando eso sucede empiezan a devorar tus letras, tus puntuaciones, acepciones, apologías, aparecen exegetas bien pensantes y te señalan, te escriben, te apuntan y te borran. Vuelven a leer, a releer y por fin otro comentario te hace mueca en la pantalla, sonríes y vuelves a escribir, porque lo que digan de ti, también es importante. Aunque no lo compartas.

Esto último es importante porque solo así te das cuenta que el mundo esta lleno de insignificantes escritores y aprendices de lo mismo, y te miras en el espejo, y te dices, ese soy yo. Otro aprendiz del arte de la literatura pero a mi no se me da mal, a otros, piensas, las musas no los buscan, y a mi sí, sonríes, te jactas y vuelta a empezar. Has demostrado que eres un aprendiz. Te vuelves a mirar al espejo de lo que escribes, y, Te ríes de ti mismo. Te criticas tú mismo y sales a la calle pensando que, en el próximo escrito que hagas, tendrá lo que las musas quieren que tengan, mientras las criticas agonizan en el papel..., las rescatas, la vuelves a leer, y sacas de ellas, lo mejor. Y saludas al vecino, a la vecina, compras el pescado, la carne, la leche. Pagas, y sales recordando el último verso azul que creíste haber leído en tu cabeza. Te vuelves a dar cuenta que no es lo que buscas, es lo que viene cuando te sientas frente al papel, a la pantalla, y dejas que tus manos escriban lo que le dictan las neuronas. Dejas reposar lo escrito, lo guardas, lo acumulas, y cuando todo esta en su punto final, el escrito te vuelve a llamar y lo lees despacio. ¿Esto lo he escrito yo?, piensas, sonríes, y ya esta listo para compartirlo con aquellos que se acerquen a leer tu escrito.

Piensas que cuando vas a escribir, ellas - las palabras y las musas - vendrán a tu encuentro con cábalas inescrutables, y, en el momento propicio que consideren... que les hagas caso, otra vez, te volverás a sentir en el aprendiz de escribiente.