Ni una botella de agua
calma la sed
la que me advierte
de la sequedad
en mi garganta.
Mi cuerpo arde
y mis manos tiemblan
El rubor del sol
me invita
a quedarme en aquél sitio
de donde salí hace siglos.
Ahí hace sol
pero no me quema
y el agua de un vaso
calma la sed y
la sequedad de mi garganta.
miércoles, marzo 16, 2011
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Es esa clase de sed que nunca calla...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!