las luces se disponen a soñar
me dejan caer tenue
la cenicienta melodía
de una golondrina.
Acaricio el silencio que ofrece
con el vuelo de sus alas
y me precipito al vacío,
loco, y, sempiterno,
añejo y melódico que
de un poema nocturno
que camina zigzagueando
termina enredándose en mis manos
que vacías contemplan
las cicatrices de este párpado nocturno
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