Como un lento amor
miraba la desidía de tus manos.
Como un óbice que se aferraba
a mi iracundo desconsuelo.
No fui capaz de atraparte
tuve la sensación, siempre,
de que mis conversaciones eran para ti
como una intromisión y no
como una alegoría a tu belleza
por eso desistí y mis palabras
las guardé desde entonces, en mi boca.
No salen ya de ella
se quedan atrapadas en mi pecho
palpitan solas y siguen queriendo ser
algo parecido a una caricia.
lunes, abril 04, 2011
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