Yo apuesto por que sigamos jugando a ser sinceros. Sé que la distancia es algo que nos conmueve las entrañas cuando no estamos juntos. Y que desciframos el silencio con el taciturno arreglo de las oropendolas.
sábado, mayo 30, 2009
Me gustas
Me gusta ver tu sonrisa
enredada en tus labios,
ver cómo sonrojan tus mejillas
mientras acaricio tus cabellos
a la orilla de las mañanas.
Me gusta tu voz cuando canta
la melodía de las palabras
a las dos de la mañana,
cuando susurras tus sueños buscando
un apoyo existencial en mis brazos.
Me gusta ver cuando te alejas
y me dices adiós mientras arrebatas
al viento su espacio de la tarde,
ver tu figura al sol, alejarse
mientras me despides con tus ojos
a la distancia de un metro parecido al diluvio.
Me gusta tu cabello, tus lívidas canas
tus labios, tus manos, tus pies
que relucen debajo de las botas
mientras una falda con vuelo
me dice que eres la que estaba esperando
y eso que llegas tarde a la cita de mi vida,
pero me gustas.
enredada en tus labios,
ver cómo sonrojan tus mejillas
mientras acaricio tus cabellos
a la orilla de las mañanas.
Me gusta tu voz cuando canta
la melodía de las palabras
a las dos de la mañana,
cuando susurras tus sueños buscando
un apoyo existencial en mis brazos.
Me gusta ver cuando te alejas
y me dices adiós mientras arrebatas
al viento su espacio de la tarde,
ver tu figura al sol, alejarse
mientras me despides con tus ojos
a la distancia de un metro parecido al diluvio.
Me gusta tu cabello, tus lívidas canas
tus labios, tus manos, tus pies
que relucen debajo de las botas
mientras una falda con vuelo
me dice que eres la que estaba esperando
y eso que llegas tarde a la cita de mi vida,
pero me gustas.
lunes, mayo 18, 2009
in memorian

Estos versos no son más que la excusa de saber que sigues con nosotros Mario Benedetti. Te escribo con tus versos en mis recuerdos. Te escribo porque tus versos, Mario, se hicieron cómplice con miles de latinoamericanos que lucharon en alguna montaña o ciudad con algún verso tuyo en sus pechos.
Y vos estabas allí, Mario, con tus versos acariciándonos un futuro incierto, un futuro que se pareciera más a la ternura, un futuro, Mario, que se quiso hacer pensando simplemente con la dignidad que de tus versos salen e inundan nuestros recuerdos de lucha, de amor, de exilio y rebeldía. Hasta siempre Mario Benedetti.
Y vos estabas allí, Mario, con tus versos acariciándonos un futuro incierto, un futuro que se pareciera más a la ternura, un futuro, Mario, que se quiso hacer pensando simplemente con la dignidad que de tus versos salen e inundan nuestros recuerdos de lucha, de amor, de exilio y rebeldía. Hasta siempre Mario Benedetti.
Encendí la pantalla
de mi ordenador
en busca de un versos
y vi tu rostro,
debajo de él rezaba
la frase que me dejo sin versos
para escribir por lo menos tu nombre.
Busqué en tus libros,
tus versos, tu prosa
y abrí una página, una sólo
y fue suficiente Mario
para entender que,
Benedetti
te habías marchado...
para recordar tus versos
es necesario abrir tus libros
leer tus versos y
escribirte uno sólo
que anuncie tu partida.
viernes, mayo 15, 2009
el último beso
cuando recojas
los restos, mis restos
de la espuma,
sólo ten presente una cosa
lávame las manos
para que puedan
acariciar tu rostro, limpias.
Y dame el último adiós en los labios
no le digas nada
al vagabundo de la esquina
sólo entrégale
las ramitas de olivo que tengo en el balcón.
Y dile, que cien años
bastaron para arrodillarme
por fin al abandono
de los gusanos.
Tápame los ojos
y dame el último beso
en mis labios resecos
y aviéntame al sol
para que el viendo
me lleve al sitio de donde
no debí salir nunca.
los restos, mis restos
de la espuma,
sólo ten presente una cosa
lávame las manos
para que puedan
acariciar tu rostro, limpias.
Y dame el último adiós en los labios
no le digas nada
al vagabundo de la esquina
sólo entrégale
las ramitas de olivo que tengo en el balcón.
Y dile, que cien años
bastaron para arrodillarme
por fin al abandono
de los gusanos.
Tápame los ojos
y dame el último beso
en mis labios resecos
y aviéntame al sol
para que el viendo
me lleve al sitio de donde
no debí salir nunca.
domingo, mayo 10, 2009
Algo tan real
La trampa de la mangosta
La miseria de los miserables
Solo se la come la mangosta
Ella deambula por la orillas de las chabolas
y se apresta para quitarles
La única comida que tienen.
En sus medios regocijos de ternera
Y un poquitín de tortilla
con sal, y un puñado de café
que se calienta bajo
el sol en las lumbreras
de medianoche.
Y ahí la mangosta
despacio, rasca la tierra
los harapos de las chabolas
y se come lo único que guardan
Los miserables.
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