No hay razón para seguir amando como te amo, haciendo los malabares pertinentes y coloridos para llamar tu atención. No hay razón para que espere de tus labios, un beso y otro y otro. No hay razón para que siga imaginando mis manos por tu cintura desnuda y que atisbe el sobresalto de un deseo a dos bandas, ya no hay razón para que siga comiendo de tus pechos el silencio gemir de tu deseo. Porque mientras acentúo mis deseos en ti, que está bien de eso no hay ninguna duda, somos dos cuando hacemos que nuestros cuerpos hablen, griten, se digan las cosas necesarias para seguir inventado las conversaciones corporales de los seres animales.
Mientras me entrego a ti, no puedo vivir solo a tu lado, quiero estar a tu lado haciendo lo que más me impulsa a seguir siendo humano; el que siente, el que llora por una caricia, el que se conmueve por un niño que, a miles de kilómetros, se desvanece en los brazos de una madre sin que nos enteremos de cómo se cierran sus ojitos. No atino ni por un segundo a conjugar contigo el cántico amargo de la comedia, esa que vimos en nuestras calles cuando apenas éramos niños, y todavía sigue palpitando la miseria en millones de pies desnudos.
Sigue palpitando la muerte que silente colma los parabienes de quienes lo tienen todo y lo imponen todo. Esos bárbaros asesinos de sueños que deambulan disimulando un mundo imaginario para pocos, mientras millones de pies desnudos mueren silentes por culpa de una vida que otros imponen.
Me quedo aquí, con esos millones de pies desnudos, desde aquí lanzaré mis manos, mi voz y mi rabia para acunar con mis dos brazos a los millones de niños que silentes esperan a que los adultos hagamos de la vida, una vida y otra vida. Por esto y muchas más razones, quiero estar a tu lado haciendo contigo lo que tú y yo sabemos hacer cuando estamos tiernos, deseándonos e inventando con nuestros cuerpos posturas y acrobacias para sentirnos libres y amarnos y amarnos, pero quiero también que los niños puedan vivir en cualquier parte del planeta, y, que nos ofrezcan una tierna y dulce caricia antes de irse a la cama y verlos dormir como cuando en los brazos de sus madres, duermen. Un sueño y otro sueño.