martes, noviembre 16, 2010

Un poema inacabado

a Ignacio Ellacuría y a los jesuítas
Alba y Celina Ramos.



Si en las manos tenía un libro, leía.
Si en las manos tenía un boli, escribía.
Si veías una máquina de escribir
en su escritorio, imagínate, que escribía.

Si en las calles veía a niños deambular
con pies desnudos quemándose, quizás.
él, imaginate que también, lo denunciaría.

Si los campesinos trabajaban tierras ajenas
y se les robaba a diario el pan y su salario
él, imagínate que también, lo denunciaría.

Si veía en las calles, en cunetas, en veredas
en montes, meandros, riachuelos y ríos
cuerpos inertes desnudos que yacían secos
él, imagínate que también, y eso te lo aseguro,
él, insisto... lo denunciaría.
y es que era precisamente un político pensante.

Sobre todo, y eso es lo que tenemos de él
ante tanta ímproba injusticia,
él escribía y filosofaba sobre la moral y la ética,
y es que era precisamente eso, filósofo.

Justo allí, en esos temas tan inalcansable
para nosotros la inmensa mayoría de los mortales,
él hacía críticia política, social y económica
para abrirle con verdad ganzúa,
la mentira el pecho de la burguesía
y a sus secuaces militares.
Él, sí, también los denunciaba.
Y es que era, precisamente, un cura.

Y si hoy escribo estos versos,
lo hago preciso y justo el día de su martirio.
el 16 de Noviembre de 1989, caían sus cuerpos
en unas hiervas cansinas de dolor que ahí quedaron.
y es que fue - es y será - precisamente, un profeta.

1 comentario:

  1. Precioso y sentido homenaje. Un placer leerte, siempre.
    Besos!!

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