sábado, octubre 28, 2006

El sueño.

Me desperté y me di cuenta que todo había sido un sueño. Si tuve un sueño. En él, yo hablaba con vos, estabas dentro de una caja transparente, en este momento no sé si era de cristal..., en fin, era una caja y ella una mujer, de ojos entre verdes y azules. Cabello largo mas o menos rubio, ondulado. Sonrisa, tierna, sensual, discreta y contagiosa..., era para enamorarse hasta con los ojos cerrados. despertaba en mi, sensaciones, jamás sentidas por mi vientre. Todo me resultaba tiernamente bello, la acariciaba a través del cristal y a veces respondía con un virtual beso. Sin embargo, y con el tiempo - ella - no decía nada, fue apagando su voz, lo último que dijo susurrando; hablemos de algo mas serio, la vida nos esta enseñando.... La comunicación se volvió un rosario de no decir nada.

Así transcurría el sueño, el tiempo interminable se confundía con mi voz. El silencio de los pájaros se con fundía con mi voz. Y en una milésimas de segundos entre bosques y niebla, apareces con un vestido largo transparente, dibujando esculturalmente tu silueta desnuda, tu cuerpo entre la luz. . Era otoño, bosque y niebla inquietamente bellas, las hojas eran al suelo lo que las alas al cuervo. Los árboles adornaban el paisaje de media noche en el mediodía de una tarde. Mientras la hojas volaban cual bandada de cuervos en una locura irresistible de hálitos suaves que llegaban a mis manos.

Y ahí, de súbito, venía ella, levitando y ofreciéndome sus brazos. Nos abrazamos confundiéndonos con un beso..., lentamente fuimos desapareciendo como la llama al viento. Los colores se fueron, las risas, la sensualidad y el tamiz se esfumo como el eco en las montañas. La vi convertirse en una ninfa ¿ya no eras vos? Si, era una ninfa. Ella se marchó - o la dejé marchar - no recuerdo muy bien porque. comprendí que eras vos al alejarte por el camino que habíamos hecho con nuestras manos.

Yo me adentré mas en el bosque, pensativo y confundiendo la caja de cristal con los árboles que acariciaban mi cuerpo. En humeante silencio desperté con una rosa azul en mis manos. Me adentré en el bosque y me perdí ligeramente entre los árboles, levitando sobre meandros, como cual viento llevándome hojas secas. El tiempo y la brisa que deslucía mis sentimientos se convirtieron, al abrir los ojos, en el amanecer diario de otro día en el casco viejo de Bilbao. Y te dejé ahí donde empezó este sueño, porque nunca dejaras de ser, a estas alturas, un sueño que soñé cuando creí que vos, no eras un sueño.

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