Quiero que sepas, y ante todo, que le tengo miedo al ruido que hace el zanate a media noche pero si vienen miles... si vienen siete, diez, una, dos, tres, o doce, me alegran la noche y el día.
Que esta lengua ajena se esta haciendo en mi, prefacio de un exilio en crescendo. Que mi guitarra de vez en cuando juega conmigo a la infidelidad. Me abandona y se marcha con otro a cantar juglares canciones de otros tiempos. Que las canciones las escribo cuando ellas me visitan.
Que la ciguanaba, desde que me enseño sus enormes tetas, ha dejado en mi el recuerdo azul del cielo con sombrero. Y que su mugre, sus uñas y lo que hay escrito entorno a ella, me hace cosquillas en mis pies chuñas. Que el zipitin ya no me visita en estas tierras porque ya no juego a comer ceniza con él.
Que las mariposas vuelan constantemente en mis manos y eso, según los mayas y aztecas..., mal augurio “hoy recuerdo mariposas que ayer solo fueron humo. mariposas, mariposas que emergieron de lo oscuro bailarinas, silenciosas...”* y es por eso, quizá, que la armonía no se atreve a darme una cuarta y quinta justa. Que las luciérnagas sólo me visitan cuando me encuentro solo en estas cuatro paredes que se están quedando frías en este invierno desde hace muchos inviernos.
*Mariposas. Silvio Rodríguez
miércoles, febrero 07, 2007
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