lunes, noviembre 09, 2009

El misterio de una hoguera.

La estancia de los melancólicos estaba en silencio mientras las lámparas alumbraban el espacio donde se iba a perpetrar el asalto. Un sofá frente a la chimenea esperaba la lumbre de las manos de quien iba a llegar en ese preciso momento. El cuadro en la pared recordaba los años en que el tiempo parecía detenerse en las hiervas de un parque. Él le acariciaba con un beso en la frente. Ella tenía su cara apoyada en el pecho. Mientras el viento del verano acariciaba el cabello de ambos. Detrás del sofá una mesa que acariciaba la librería empotrada en la pared, cargando un sinfín de libro; literatura, poesía, novelas, teología...etc.

Las ventanas recién colmadas con cortinas de un blanco transparente hacían juego con toda la madera de la sala en la espera de quien iba a perpetrar el asalto. Los minutos pasaban y el silencio se oía cada vez más en toda la sala. El viento de vez en cuando hacía su presencia por la rendijas de las puertas y ventanas. Pero el que perpetraría el asalto no llegaba., y la espera se hacía más lúgubre y pertinaz. Ella dormía en la habitación que estaba encima de la sala. Se oyen pasos a lo lejos del silencio que en toda la sala se oye. Tocan la puerta una y dos veces. Vuelven a tocar, y el sonido golpea la chimenea que espera a que le enciendan la lumbre. Ella, arriba, duerme. Abren lentamente la puerta y entra despacio sin hacer el menor ruido posible, la tensión se palpa en toda la casa. Encienden la lumbre de la chimenea, quien ha entrado en la casa realmente busca o quiere algo.

Ella, se levanta. llega a la sala, y en la mesa frente a la chimenea, una taza de café recién hecho. Detrás de ella escondido entre los libros, el silencio y la oscuridad de una noche, la observan. Ella, se sienta y mientras sorbe el café fija su mirada en la foto que cuelga en la pared recordando ese preciso momento, mientras las llamas le calientan la casa y su piel, enciende un cigarrillo y de pronto por atrás una sombra parece acercarse. Ella mueve la cabeza y se pone de pie. Se cepilla los dientes, y otra vez ese silencio, ese silencio y el viento que se oye y que viene de los árboles que rodean la casa...



post data. No, no había nadie. Todo era un sueño. Pero la lectura es así, te atrapa y mientras lees te sumerges en la lectura que, todo lo que lees parece transcurrir... pero en la imaginación de quien escribe y de quien lo lee. Gracias por leer.

3 comentarios:

  1. Cuando el escritor logra atrapar en el bosque de sus palabras a quienes lo leen, cuando puede llevarlos por el camino que él elige, cuando sonríe el lector o llora o se asombra o se asusta o su corazón palpita en el medio del relato... es cuando el que escribe deja de ser dueño de su obra, en ese instante la obra se convierte en algo compartido, que genera sensaciones, sentimientos, que produce reflexiones, pensamientos, sueños, ansiedades...

    ¿qué se siente al saber que el que te lee siente que vive tus relatos? ¿cómo se construye esa subjetividad entre vos y tus lectores? ¿una vez que se descubre eso, se puede seguir siendo el mismo?

    como lectora de tus obras te cuento que luego de cada una no puedo seguir siendo la misma que antes, algo de mí permanece, algo de mí se enriquece, empalidece, sonríe, se angustia, sufre, se alegra, se emociona o se enamora... y cada vez que algo de eso pasa lo único que se asoma a mis labios es el deseo de mirarte a los ojos y decirte "gracias"...

    ResponderEliminar
  2. Amigo Txanba...
    Me he visto con mi taza de café humeante entre las manos, frente a la chimenea, calentando mi cuerpo y aletargando mis sentidos.
    Me he visto, y he sentido el calor en mis manos, y he olido la leña del hogar.
    Escribes hermoso amigo...realmente bello.
    Mil besitos!!!

    ResponderEliminar
  3. Que agrado sumergirme en tus letras, es verdad que atrapa, un gusto dejarme atrapar…
    Saludos y un abrazo …!!!

    ResponderEliminar